DEL OLVIDO
Diariamente te recuerdo y te olvido.
Tus ojos me sonríen desde el café de ayer,
entrelazo tus dedos con los míos,
recorro el contorno de tu cara
y el sonido de tu voz me saca una sonrisa azul.
Mientras tu brillas
de ese modo certero
que no existe en el mundo que yo habito.
En el ocaso
debo dejarte ir,
destejer los colores de tus ojos,
despedir tus manos
como flores soltando sus pétalos:
olvidarte.
Con el alba,
busco en mi recuerdo
el sonido de una voz
que es la tuya
anunciando la llegada
de tu mirada transparente,
deshilvanada y ausente
y en la oscuridad del sueño,
es tu voz
lo que sobrevive.