FINGIR QUE DUERMO (I Y II)
Fíngete sano: ya me ha acontecido
fingir que duermo, y aunque esté despierto
hallarme, sin saber cómo, dormido.
Deja la ociosidad: esto es muy cierto,
que la imaginación de ella ayudada
resucita al amor cuanto más muerto.
No dilates los días, que en su vuelo
el mal crece; y si llegas a mañana,
más caro ha de vendérsete el consuelo.
Aunque el amor es mal, es mal sabroso;
y así nos repetimos día con día,
que siempre se apetece lo dañoso.