Al téquerreteque
Vámonos, Tarumba, antes de que brote
el chorro del sol guajolote
y queme las hojas y chupe y reseque
la tierra y el alma al téquerreteque.
Yo llevo a mi hijo, tú llevas un gallo
atado a la cola de un rayo;
jugamos los cuatro, mientras la neblina
se roba la sombra como a una sobrina,
y, el barro en las piernas haciendo de bota,
tiramos la risa como una pelota.
Un árbol se acerca, un río se calla,
y dice un conejo: ¡malhaya!
Y un burro de palo rebuzna y cocea
en medio de todos untado de brea.
¡El monte, la lluvia, la paja,
el cielo que sube y que baja!
¡La sangre caliente, la boca repleta,
y el mundo sonando como una trompeta!